Mar de pasión: Los últimos marineros

Mar de pasión: Los últimos marineros

Uno solo es un héroe cuando empieza a tener miedo… Y yo tenía mucho.

La verdad se corrompe tanto como la mentira, con el silencio de no contarla.

La memoria no tiene caminos de regreso.

Hay palabras que son como cristales rotos, sobre los que caminas descalzo y que te hieren por dentro sin cicatrizar nunca.

La juventud es una novia caprichosa que no sabemos ni entender ni valorar, hasta que se va con otro para no volver jamás. Pienso que la vida nos concede a cada uno de nosotros unos escasos momentos de felicidad… A veces son solo horas, días o semanas, a veces años; todo depende de nuestra suerte y de encontrarla. El recuerdo de esos momentos nos acompaña para siempre, nos hace mejores personas y se cobija en algún lugar de la memoria al que tratamos de regresar durante el resto de nuestra vida, sin conseguirlo.

La historia de la hazaña era narrada por mi hermano con un suspense inusual desde la primera página. Cada párrafo, cada frase arrastraban tus ojos hacia una lectura sin interrupción. Dibujaban en la mente como esos tres supervivientes agónicos habían logrado salvarse. El perfume de las palabras que había impregnado a la narración destilaba una métrica musical, como un canto de sirenas. Se podía saborear cada escena, como si se contemplara un gran lienzo en el que, a medida que avanzaba la historia, más detalles y más relieves se encontraban.

El destino es como una hoja en blanco donde cada uno escribe su propia historia; intentas cambiarlo, pero ciertos hechos ajenos te impiden escribir lo que narrarías.

El perdón no cambia el pasado pero amplía el futuro.

Son algunos fragmentos de mi novela Mar de pasión: los últimos marineros. Me sorprende como pudieron salir esas palabras de mi mente, nunca me lo hubiera imaginado…

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